domingo, 18 de marzo de 2018

AYIKA

En una parte de la Amazonía colombiana, se encuentra una tribu llamada Yukuna Kamejeya, la cual lucha por la preservación de los recursos naturales del planeta tierra y la disminución del impacto ambiental. En esta tribu, como en todas las comunidades indígenas, hay un líder, su nombre es Ayika el cual posee varios poderes que son otorgados por los dioses de la tribu que son cuatro; el dios Mambú representado en la imagen de un águila; el segundo dios cuyo nombre es Samú, se representa con la imagen de un lobo; el tercero llamado Flamma se representa en la imagen de un dragón; y por último el cuarto dios que tiene como nombre Yindaré que se representa con la imagen de un tiburón.


Ayika desde muy niño sentía que tenía que ayudar al planeta, por eso le contaba siempre a su padre Yamoj, que cuando él fuera grande quería ser un gran líder y que quería salvar el planeta. De la madre de Ayika sólo se sabía que hace mucho tiempo había fallecido, en un tiempo en donde todo era desértico, donde no había plantas, ni animales. Sólo estaba ella junto a su amado Yamoj, sobreviviendo de la nada y tomaron la decisión de crear una nueva vida, de transformar el planeta que poco tenía para dar, de ese amor surgió Ayika, pero justo cuando su madre estaba dando a luz, ella falleció, su cuerpo se desintegro en la desolada tierra y poco a poco empezó brotar hierva, a crecer árboles, empezó a brotar agua de y en el planeta empezó a haber vida. Los animales surgieron y se fueron reproduciendo con una velocidad increíble. Y así se comenzó a poblar el planeta.

Sin embargo no todo era bueno, algunos de los seres que se reprodujeron, en especial los humanos, fueron adquiriendo conocimientos que le permitieron su desarrollo en algunas partes del planeta, empezaron a crear nuevos objetos, nuevas edificaciones, utilizando lo que la madre naturaleza les había otorgado, explotando sus recursos para construir nuevas cosas que para ellos era “desarrollo”, y así comenzó a destruirse el planeta.

Por eso Ayika decía que la madre naturaleza (su madre) le hablaba y le decía que se sentía agotada, que no soportaba más los golpes y maltratos que le daba la humanidad, ya no resistía un día más de contaminación y en poco tiempo llegaría su fin. Por lo tanto Ayika sentía la necesidad de salvar el planeta, de salvar naturaleza y de cierta forma retribuir un poco en lo que ella hizo por él, Ayika se sentía en deuda con su madre.

Pero la ambición y la corrupción del Gobernador de Metrópoli, era la principal consecuencia de que el planeta estuviera en deterioro, buscando el mínimo recurso para explotarlo y sacar beneficios económicos de él. Ayika no entendía por qué tanta ambición por adquirir riqueza, él decía “de qué sirve tener tanta riqueza, si no puedes disfrutar de un hermoso paisaje, de respirar un aire puro, de vivir la vida. Es como si estuvieras pagando para conseguir tu propia muerte”

Ayika se enamoró de una mujer de su tribu llamada Yakajma, y uno de sus romances surgió vida, así fue como nació Kirama, su única hija, quien creció y se formó con la imagen de su padre y su abuela, ella también compartía la necesidad de salvar el planeta, pero a diferencia de su padre quién solo se remitía salvar el planeta dentro de su entorno, es decir utilizando únicamente los recursos necesarios y no utilizar elementos que lo contaminen. Kirama no se conformaba con eso y decía que también tenían que salir de ese entorno, que afuera es donde mayor contaminación existía y por eso tenían que combatir ese fenómeno.

Por lo tanto Kirama emprende un viaje a lo desconocido, a los jamás visitado por un Yukuna, poco a poco se fue adentrando a la ciudad de Metrópoli, una comunidad llena de edificios, de carros lujosos, de paredes y más paredes, no existía un solo árbol dentro de esta ciudad, Kirama se sentía extraña, pues nunca antes había visto una población con estas características.

En su visita a Metrópoli, Kirama conoció robusto hombre, su nombre era Karl Johnson, el cual la impactó con su físico y encajaron en una relación que poco a poco se fue tornando aparentemente perfecta. Sin embargo las cosas no eran como aparentaban ser, el hombre del que Kirama estaba empezando a sentir cierto afecto era el hijo y además uno de los asesores del Gobernador, con las mismas ambiciones, los mismos objetivos y la misma avaricia.

De Kirama sólo quería sacar información de su comunidad, ¿cuántos habitaban en ese lugar?, ¿qué recursos habían? y ¿cómo se podía llegar a ese lugar?, era una de las principales incógnitas que se hacía Karl Johnson, mientras hablaba con Kirama tratando de ser lo más sutil posible.

Cuando Karl obtuvo toda la información necesaria, le contó a su padre acerca de la gran riqueza que le podía generar la comunidad Yukuna, y empezaron a crear un plan para extraer los recursos que habitaban allí. Kirama escuchó una de las conversaciones de su amado con su padre y salió corriendo apurada de regreso a su comunidad, con lágrimas en los ojos y su alma destrozada por todo lo que había descubierto de su amor.

Cuando Kirama llegó a su comunidad, buscó a su padre para contarle el plan macabro que tenía El Gobernador y Karl, en contra de su comunidad y de la madre naturaleza, por lo tanto su Ayika se dirigió a una de las montañas donde podía tener mayor contacto con la naturaleza y allí invocó el llamado de los dioses, quería que ellos le ayudaran a salvar la madre naturaleza, es por eso que Mambú, Samú, Flamma y Yindaré, atendieron el llamado de Ayika y le cada uno le otorgó un poder según su elemento representado en el animal.

El Gobernador y Karl junto a los otros secuaces, tardaron muy poco en llegar al lugar gracias a la avanzada tecnología que poseían, al entrar en contacto con la naturaleza que había en la población Yukuna, se quedaron asombrados por la cantidad de recursos naturales, de especies de animales que creían ya extintos y de tipos de plantas que no pensaban haberse encontrado nunca antes.

Ambos grupos se encontraron y Ayika ya no era un simple cacique de una tribu, ahora era un súper cacique, y poseía poderes distintos para contratacar la reacción del grupo del Gobernador. Una fuerte batalla se vivió por esos tiempo en la comunidad Yukuna, los miembros del grupo empezaron a disparar sin ninguna compasión con la comunidad Yukuna, pero Ayika desató una oleada de agua sobre los atacantes y logró apaciguar el ataque, sin embargo estos siguieron en su misión de ataque, por lo que Ayika se vio en la obligación de expulsarlos con el poder del viento desatando una furia de viento con toda su intensidad.

Ayika le dijo a los del Gobernador que si regresaban a intentar explotar sus recursos, quizá no correrían con la misma suerte de salir vivos. Pero Kirama sintió que esa quizá no era la forma de solucionar los problemas, y se dirigió ante su padre para buscar otra alternativa para enfrentar el problema de la contaminación ambiental.

Kirama le expresó a su padre que podía haber otra manera para enfrentar la situación, que una posible manera podría ser dirigirse a la ciudad, y hacerle entender a toda la comunidad el problema que viene enfrentando el planeta, que la solución no es la guerra entre seres humanos, pero tampoco se trataba de matar a la madre naturaleza explotando sus recursos de manera indiscriminada. 

Ayika asintió con la propuesta que le hacía su hija, por lo que reunió a todos los Yukuna, para enfrentar a los ciudadanos y hacerles ver la realidad de la situación. Éstos accedieron a las recomendaciones de su líder y se dirigieron a la gran ciudad Metrópoli, allá convocaron  a toda la comunidad y le mostraron por medio de los poderes de Ayika, los problemas que venía enfrentando la naturaleza y que pronto llegaría el fin de la humanidad, les revelaron la creación que había hecho su esposa a través de su muerte, y la destrucción que se estaba dando por culpa de ese ambicioso “desarrollo” que lo que estaba generando era destrucción, les enseñó la necesidad de utilizar únicamente lo necesario.
El Gobernador escuchó lo que los Yukuna estaban expresando, y empezó a reflexionar sobre la situación, se dio cuenta que lo que estaba haciendo con el planeta con su ambición y avaricia, pronto le traería la muerte, pero no solo la de él sino la de toda su descendencia. Esto causó gran impacto en su vida y se despojó de todos sus bienes materiales, para empezar a disfrutar de la naturaleza, él y todos los ciudadanos empezaron a sembrar árboles por toda la ciudad, a recuperar toda esa vegetación que se había perdido por la expansión de construcciones de cemento.

Así el planeta empezó a cambiar, recuperó ese oxigeno estaba perdiendo, y empezó a brotar mas vida, a crecer más naturaleza, los humanos tanto los Yukuna como la población civil empezaron a utilizar únicamente lo necesario, sin explotaciones indiscriminadas, la tecnología siguió, pero ésta fue utilizada de manera responsable y eficiente en favor de los recursos naturales, disminuyendo el impacto ambiental y fortaleciendo la capa de ozono.

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